En este post hablamos del afecto que siembran nuestros padres en nosotros desde nuestra infancia.
El viernes, rota después de una semana intensa y una exigente sesión de trabajo en una organización, llego a casa, y me encuentro en la mesa del comedor con un pastel, sobre el cual, está apoyada una poesía de Rudyard Kipling.
EL ÉXITO COMIENZA EN LA VOLUNTAD
Si piensas que estás vencido, lo estás.
Si piensas que no te atreves, no lo harás.
Si piensas que te gustaría ganar pero no puedes, no lo lograrás.
Si piensas que perderás, ya has perdido.
Porque en el mundo encontrarás
que el éxito comienza con la voluntad.
Todo está en el estado mental.
Porque muchas carreras se han perdido
antes de haberse corrido,
y muchos cobardes han fracasado,
antes de haber su trabajo empezado.
Piensa en grande y tus hechos crecerán.
Piensa en pequeño y quedarás atrás.
Piensa que puedes y podrás.
Todo está en el estado mental.
Si piensas que estás aventajado, lo estás.
Tienes que pensar bien para elevarte.
Tienes que estar seguro de ti mismo,
antes de intentar ganar un premio.
La batalla dela vida no siempre la gana
la persona más fuerte, o la más ligera,
porque tarde o temprano, la persona que gana,
es aquélla que cree poder hacerlo.
Este poema y el pastel son de mi madre. A sus 70 años, sigue preocupándose de su hija de 45, y sigue animándola como cuando era pequeña.
Añadiría al poema de Kipling, que para que alguien tenga fe en sí mismo, ayuda el afecto y el amor que encuentra en el mismo epicentro de su ser. Ese afecto y ese amor fueron depositados allí por sus padres. La confianza en uno mismo se genera en su interior los primeros meses de vida. Está demostrado, porque no es magia; es neurociencia.
Extiendo este poema a todas las personas emprendedoras, a quienes tienen un sueño, a quienes trabajan todos los días por conseguirlo o por mantenerlo.
Va por ustedes, va por nosotras, va por nuestros padres…

Con aita y ama, protegida del sol, a salvo de las olas… El afecto y la seguridad que proporcionan los padres son básicos para forjar una sana voluntad, entre otros de los factores de la inteligencia emocional
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