Podemos definir la zona de confort como ese ámbito en el que estás acostumbrado a moverte normalmente, en el que te sientes seguro porque sabes que no puede pasarte nada raro o fuera de lo habitual.
En la zona de confort, nuestro cerebro se siente cómodo y protegido, así que no ve ninguna razón para impulsarte actuar. Por eso, en esta zona, sientes pereza, pasividad y tendencia a dejar todo para más tarde. Un indicador de que estás en zona de confort, es que en ella elijes la comodidad frente a la pasión.
¿Cuáles son las bases que hacen que tiendas a permanecer en tu zona de confort?
Por un lado, el miedo. El miedo es esa emoción que hace que te quedes siempre observando desde la distancia y que pienses que lo que has hecho hasta ese momento es lo máximo que podrás llegar a realizar.
Por otro lado, está la falta de decisión porque crees que vivir es hacer lo que haces y no te planteas preguntas poderosas como para qué lo haces o si realmente te sientes feliz haciendo lo que haces de la manera en que lo haces.
Añade la entrada en escena de los mandatos sociales y su inercia. Ese conjunto de ideas y modos de concebir la vida, que llevas escuchando desde tu infancia y que se te han pegado en la cabeza como el estribillo de una canción de verano de esas “machaconas”, como por ejemplo: ahorra, ten pareja, cásate, visita a la familia los domingos, soñar es de bohemios muertos de hambre etc.
El panorama lo remata algo consustancial a la naturaleza humana, como es la tendencia a crear estados de comodidad física y/o mental para evitar amenazas que pongan en peligro la supervivencia y, en la medida de lo posible, te acerquen al placer y te alejen del dolor. Tu inconsciente tiene en marcha siempre el piloto automático para tenerte aterrizado en la zona de confort.
Pero… ¿qué hay más allá de la zona de confort?
Más allá de la zona de confort está la zona de aprendizaje. Es aquel lugar en el que habitan los retos que te propones. Allí tiendes a revisar y a replantearte tus esquemas vitales y comienzas a darte cuenta de lo que sabes que eres capaz de hacer y nunca te has permitido experimentar.
Colindante a la zona de aprendizaje está la zona de pánico. Allí hay que agarrarse bien el sombrero porque es bastante ventosa y desapacible. En ella experimentarás críticas de muchas personas que te observan pasmadas desde sus respectivas zonas de confort y no dan crédito al viaje que has iniciado. También te asaltarán opiniones contrapuestas y experimentarás miedos recurrentes. Si eres capaz de resistir…llegará un momento en el que habrás alcanzado la siguiente etapa.
El lugar en el que te encontrarás a continuación, es la zona mágica. Aquí te retas a ti mismo y haces magia porque piensas que tienes posibilidades, que tú puedes hacerlo. Es la zona del desarrollo, te orientas a ser lo que siempre has querido ser y das pasos concretos sin esperar resultados porque lo que te mueve es la satisfacción de ser auténtico y libre.
Y en esta tesitura, poco a poco vas deslizándote hacia la siguiente etapa de tu camino que es la zona de lanzamiento. En este lugar, enfrentas a todos tus miedos contra tu motivación…y gana ésta última, claro. Te llenas de tenacidad y sigues llevando a la acción con pasos firmes las fases necesarias para hacer realidad la consecución de tus objetivos. En esta etapa, te da lo mismo el qué dirán porque posees altas dosis de autoestima y autonomía. Se caracteriza también porque aquí no existe el miedo al ridículo. Lo combates con la sensación de libertad que hace que proliferen en tu mente todo tipo de ideas y creencias que te empoderan aún más.
Y en esta zona de lanzamiento, podemos afirmar que te has convertido en el PROTAGONISTA de tu vida.
Y, ¿cómo se reconoce a un PROTAGONISTA?
Alfredo Díez en su libro “¡Nunca te rindas!”, caracteriza al protagonista con una serie de frases que nos dan pistas para identificarlo. Algunas de las más indicativas son:
El protagonista…
Entra en acción y resuelve sus problemas.
Dice: “yo soy responsable”, “depende de mí”.
Reflexiona y responde con mesura.
Ve el lado positivo y busca soluciones.
Sabe que con práctica puede desarrollar su talento.
Tiene claro que con perseverancia puede llegar y sigue caminando.
Vive apasionado con sus objetivos.
Y sobre todo…
Sabe que con su compromiso transformará su vida.
¿Y tú?, ¿en qué zona del viaje estás?, ¿en cuál te encantaría estar?, ¿con qué rasgos del protagonista te identificas?, ¿cuál/es te gustaría desarrollar?
Nos despedimos con un vídeo animado sobre el viaje del protagonista más allá de su zona de confort. ¡¡Estamos seguras de que os va a encantar!!
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Desde el co-razón de Bilbao
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