¿Tienes el síndrome de Caperucita?

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¿Tienes el síndrome de Caperucita?

Si sientes que un objetivo se te resiste, es posible que sufras del síndrome de Caperucita. De hecho, hay un porcentaje muy alto de la población que lo padece en silencio… .

Lo primero que debes saber es que el nombre de este síndrome es creación de la casa (de Coaching Factory, vamos), así que no pierdas el tiempo en Wikipedia, inviértelo leyendo atentamente este post. Aquí te vamos a ayudar a que sepas diagnosticártelo y curártelo, en una sola dosis.

Punto de partida: el síntoma.

Piensa en ese momento en el que estás en pleno camino hacia el logro de un objetivo. De repente se te presenta un dilema, tienes que decidir el siguiente paso, y te escuchas decir: “Pues sólo se me ocurre una opción”.

Pongamos por ejemplo que quieres mejorar tu marca personal en la próxima carrera. Y te escuchas decir: “pues solo se me ocurre salir a correr más días a la semana”.

Ahí lo tienes: sufres del síndrome de Caperucita.

Causas del síndrome.

El cuento de Caperucita es un claro ejemplo de lo que viene a ser una ineficaz fijación de objetivos. Si esta niña de rojo hubiera sabido que, para conseguir su objetivo lo mejor es seguir el modelo GROW, la cosa le habría ido mucho mejor.

¿Pero qué significa esto de GROW?

G (Goal-Objetivo): lo primero es tener un objetivo bien definido. ¿Cuál era el suyo? “Ir a casa de su abuelita”. Frio, frio.

Preguntémosle mejor: ¿Para qué quieres ir a casa de tu abuelita? “Para llevarle una cestita de comida”.

O sea que su objetivo no es ir, sino que su abuelita pueda comer esa comida que le ha preparado (lo de que ella vaya con el paquete es opcional).

¿Para qué querías entrenar más días? ¿Quieres entrenar o lo que quieres es mejorar tu marca personal en 10 segundos? Me quedo mejor con este último objetivo, más claro, más concreto y una meta en sí mismo.

R (Realidad y Recursos). La realidad del caso es que, entre la casa de Caperucita y la de su abuela, hay un bosque. Caperucita tiene la comida, tiene el tiempo necesario y si hiciera falta algo más su familia le echa una mano.

Tú ya tienes una buena marca en la carrera. Tienes tiempo para entrenar tres días por semana. Tienes el equipo adecuado. Incluso tienes unos ahorrillos para renovar las viejas zapatillas.

O (Opciones). ¡ATENCIÓN, que aquí actúa el síndrome!.

Según parece Caperucita sólo tiene dos opciones para ir a casa de su abuelita: el camino largo o el corto. ¿Seguro que no tiene más?

Revisemos. Si el objetivo es que su abuelita se pueda comer esa comida tan rica ¿cuántas opciones más tiene? Si Caperucita se hubiera hecho la pregunta adecuada le habrían surgido más opciones.

La pregunta clave es: “¿Y si …?”

“¿Y si le pregunto el camino a otra persona?” O incluso “¿Y si no soy yo quien se la lleva?”. Le puede salir una lista de opciones como esta:

  • Se vuelve para casa y ya irá mañana (cuando no haya lobos).
  • Llama a un repartidor que lleve la cesta.
  • Se la lleva usando un dron.
  • Negocia con el lobo para que se la lleve él.
  • Se lo encarga al cazador (sí, ese que aparece al final)
  • Le pide a su abuelita quedar a medio camino, justo en el cruce donde estaba el lobo (esa elección que se ahorra).
  • Llama a Telepizza y se ahorra un viaje.
  • Le pide a su prima/madre/al cartero,…que la acompañe.

No te quiero contar las opciones que tienes para mejorar tu marca: ponerte en manos de dietista deportivo; hacer natación para fortalecer músculo; mejorar la calidad del sueño,… suma y sigue.

W (“Will” o plan de acción). Revisa sus posibilidades y decide el primer paso para asegurarse que su abuelita recibe la cesta. Por ejemplo: en cuanto un lobo que habla le sale al encuentro, puede elegir volver por donde ha venido y pedirle a su madre que le haga un mapa para elegir ella la ruta. (anda que fiarse del lobo).

Nuestra receta para acercarte al objetivo

Si te descubres con la frasecita de marras: “Pues sólo se me ocurre una opción”, ponte alerta, ahí hay síndrome.

Párate, revisa cuál es tu objetivo realmente, cuáles son los recursos con los que cuentas y luego hazte las pregunta-vacuna:

“¿Y si…?”, “¿Y si no…?”.

Ahora tú decides qué hacer con ese objetivo que se te está atragantando, porque te ha aparecido un cruce de caminos, y un lobo parlanchín sólo te deja una opción. ¿Y si hubiera otras?

“Necesitamos empezar a hacernos nuevas preguntas y hay que empezar a mirar en sitios diferentes y no donde siempre hemos mirado.” Mario Alonso Puig

Por | 2021-05-01T10:32:16+00:00 30 abril, 2021|Autoconocimiento, Sin categoría, Transformación|Comentarios desactivados en ¿Tienes el síndrome de Caperucita?